Esta sonriente mujer con la que las caribeñas se identifican, en pleno Carnaval cambió la utilería de aseo por un paragua vistoso, las baletas por unas zapatillas altas, se puso una peluca de rizos negros, subió su falda y sobre sus mallas negras mostró con picardía su tanga roja cada vez que posaba para lanzar un beso coqueto.